Los próximos veinticinco párrafos podrían resumirse perfectamente en una sola frase: «El bueno es Müller».
Si se aferra a ella; si confía en semejante afirmación -y, créame, debería hacerlo-, puede ahorrarse los próximos minutos de lectura sin ningún tipo de problema. Si, por el contrario, decide darle una oportunidad al contenido de este humilde post, comprenderá la verdadera dimensión del caso del futbolista bárbaro bávaro y la correcta interpretación de las asistencias esperadas (xA) y los goles esperados (xG) que tanta influencia tienen hoy en día a la hora de evaluar el rendimiento de un jugador. Sin compromiso.
Para sorpresa de nadie, el nombre de Thomas Müller (32) es el primero en salir a la palestra cada vez que le hago la misma pregunta a mis compañeros: «¿Qué es más difícil: marcar o asistir?» El alemán hace muy bien ambas cosas. A sus excelentes datos absolutos -y relativos- nos remitimos. Echemos un vistazo a la siguiente tabla para corroborarlo.
En 14 temporadas como futbolista profesional, el campeón del mundo acumula 223 goles y 201 asistencias para el único club en el que ha militado: el Bayern de Múnich. Un balance ofensivo harto equilibrado, prácticamente sin parangón, del que se ha beneficiado Robert Lewandowski (33) más que nadie. El 22.94% de las asistencias que ha recibido el polaco desde que llegó al Allianz Arena (53) llevan la firma del ‘One-Club Man’. Pocas parejas pueden presumir de semejante ‘química’ en Europa.
La estadística no engaña: las 29 xA que acumula Müller desde la temporada 2019-2020, por escoger un rango temporal cualquiera, se han transformado en 48 asistencias. O lo que es lo mismo, ¡19 más de las esperadas! Esto le convierte, de largo, en el futbolista de las cinco grandes ligas del continente cuyos registros individuales más se han beneficiado del ‘olfato’ de un compañero en dicho periodo de tiempo, seguido de cerca -pero no tanto- por Jadon Sancho (21).
Por si fuera poco, sus 25 goles en las últimas dos temporadas y media le convierten, además, en el atacante más eficaz del balompié continental, con una diferencia positiva de 22.33 goles y asistencias respecto a su contribución ofensiva esperada (xG+xA). El caso del extremo inglés es también significativo, pues, al igual que le ocurre al germano con Lewandowski, compartir regularmente presencia sobre el césped con un atacante nato como Erling Haaland (21) podría haber favorecido sobremanera sus buenos registros como asistente y como goleador.
Sancho, de hecho, es el segundo proveedor de goles más eficiente de las grandes ligas desde el curso 2019-2020 pese a no haber dado uno solo en los últimos 8 meses, pero también el tercer mejor contribuidor ofensivo de las mejores competiciones domésticas del mundo. Básicamente, desde que fichó por el Manchester United el pasado verano. ¿Casualidad o causalidad?
No hay asistencia sin gol
Si los goles esperados (xG) establecen la probabilidad de que un determinado disparo, teniendo en cuenta la posición desde la que se ejecuta, el ángulo respecto al arco rival y la parte del cuerpo con la que se realiza, se convierta en gol, las asistencias esperadas (xA) aplican este mismo principio a los pases de todo tipo que buscan rematador. Por lo general, y al igual que los xG, los pases realizados desde una mayor distancia tendrán un menor índice de xA que aquellos que se intenten dentro del área.
Este cálculo probabilístico es posible gracias al análisis de cientos de miles de disparos y pases de gol desde distintas posiciones, ángulos y situaciones, independientemente de quién haya realizado la asistencia y quién la haya recibido. Pero, como todo en esta vida, hay quien está por encima o muy por encima de la media. En el ámbito de los pases de gol durante las últimas dos temporadas y media, Müller y Sancho se llevan la palma en cuanto a su capacidad para convertir envíos en tantos con la inestimable ayuda de sus delanteros. O no…
No debemos obviar el hecho de que Andy Robertson (27), el tercero en discordia, cuenta con uno de los mejores tríos de ataque del mundo en el vestuario, o que Leo Messi (34), uno de los futbolistas más diferenciales de la Historia, jugaba en completa sintonía con Luis Suárez (35) hasta hace no mucho. Sin embargo, junto a ellos, y por encima de nombres como los de Filip Kostic (29), Kevin De Bruyne (30) o Trent Alexander-Arnold (23), destaca un jugador de cierto nivel pero ni mucho menos ‘top’: Vincenzo Grifo (28).
A pesar de que el italiano suma menos pases definitivos de gol que los anteriormente mencionados desde la temporada 2019-2020 (22), ha generado 5.51 goles de más respecto a sus xA (16.49) en un equipo como el SC Freiburg, que no ha contado precisamente con grandes goleadores entre sus filas en este tiempo. Por tanto, y aunque la lógica nos diga lo contrario, podría no ser necesario contar con grandes ejecutores en el equipo si uno o varios futbolistas poseen la destreza necesaria para entregarle el balón a sus compañeros en posiciones realmente ventajosas.
El mismo principio podría aplicarse a los goleadores. Si elaboramos un ranking de los futbolistas con mejor diferencia positiva respecto a sus goles esperados y los goles que han anotado en las grandes ligas de Europa desde la temporada 2019-2020 -y eso hemos hecho-, Robert Lewandowski (33) y Erling Haaland (21) liderarían el mismo. Curiosamente, los mejores aliados de Müller y Sancho en los últimos tiempos. Luis Suárez (35), socio de Messi, ostentaría la cuarta posición prácticamente empatado con Luis Muriel (30), que ocupa la tercera.
De nuevo, como ocurre con los asistentes, nos encontramos con un ‘outsider’ -dos, en realidad, si contamos a Danny Ings (29)- cuyos excelentes registros goleadores no encuentran correspondencia directa con los de algún compañero de equipo realmente bueno -estadísticamente hablando, claro está- en lo que a proveer de balones a otros futbolistas se refiere. A fin de cuentas, y por evidente que resulte esta afirmación, no hay asistencia sin gol, pero sí gol sin necesidad de asistencia.
Talento no correspondido
A fin de hallar una correspondencia -o la ausencia de ésta- entre la calidad de los disparos a puerta y la de las asistencias que los preceden, hemos realizado el proceso inverso en las primeras divisiones de nivel medio de Europa: Países Bajos, Bélgica, Austria, Grecia, Ucrania, Suiza o Portugal, entre otras. El objetivo: poner nombre y apellido a los goleadores y asistentes menos eficientes -que no prolíficos- de las mismas.
Para ello, nuestra búsqueda se ha limitado a aquellos jugadores que hayan registrado un mínimo de 20 xG, por un lado, o 15 xA, por el otro, desde la temporada 2019-2020 al día de hoy. Los resultados son, cuando menos, interesantes.
Un buen ejemplo para comenzar es el de Alfredo Morelos (25), quien, pese a sus 32 goles en la Scottish Premiership, debería haber marcado alrededor de 8 más de acuerdo a sus xG (39.94). Harto sangrantes son también, si no más, los casos de Fedor Chalov (23) y Grejohn Kyei (26), que podrían rondar las cifras factuales del colombiano de no ser por su elevado déficit. ¿A qué se debe semejante diferencia?
En el caso de los goleadores, tanto la falta de puntería como la calidad de los pases de gol que se reciben tienen un fuerte impacto en que los números de un delantero mejoren, empeoren o simplemente correspondan la probabilidad de que sus disparos se transformen en gol. Habría que ir tiro por tiro, pase clave por pase clave y asistencia por asistencia para diagnosticar si la finalización del jugador está siendo correcta o, por el contrario, si los pases que recibe son mejorables.
Los asistentes, sin embargo, se ven especialmente perjudicados si los receptores de sus pases no están especialmente finos. Que se lo digan, si no, a Adam Maher (28). Desde su fichaje por el FC Utrecht, el mediocentro ha sido incapaz de dar más de 7 asistencias en la Eredivisie a pesar de que acumula 16.12 xA. En este caso, la responsabilidad recaería mayormente en sus compañeros de equipo, ya que él, al menos sobre el papel, ha hecho lo humanamente posible por entregarles balones fácilmente ejecutables. O no…
Como se puede comprobar en la siguiente tabla, algo parecido les viene ocurriendo a Anastasios Bakasetas (28) en Turquía o a David Turnbull (22) en Escocia, sin obviar los casos de Stef Peeters (29), Vadis Odjidja-Ofoe (32) y Lior Refaelov (35) en Bélgica.
Para ilustrar todavía mejor la mala fortuna (?) de Adam Maher (28) y Alfredo Morelos (25), hemos resaltado en sus gráficas de percentiles la notoria diferencia entre sus xA y xG, respectivamente, y sus asistencias y goles definitivos en liga de las temporadas 2019-2020, en el caso del neerlandés, y 2021-2022, en el del sudamericano.
Mientras el mediocentro del Utrecht se situó en el percentil 74 de asistencias esperadas (xA), sólo alcanzó el 41 en cuanto a asistencias respecto a los otros 34 futbolistas de la Eredivisie que ocupaban su misma posición entonces. En el presente curso, el goleador del Rangers FC, aun siendo el mejor en su puesto en cuanto a goles esperados (xG) acumulados, apenas alcanza el percentil 67 en goles materializados.
¿Qué quiere decir todo esto, entonces?
Buenas prácticas
Aunque los goles y las asistencias esperadas son algo relativamente novedoso para el aficionado medio, lo cierto es que su estudio y aplicación lleva años mejorando, evolucionando. Limitarnos a recabar números y elucubrar acerca de la mala fortuna, la mala puntería o la mala ejecución de parte de un futbolista sería, como poco irresponsable. Hasta hace no mucho, usábamos los xG para determinar la calidad de la finalización de un futbolista. Hoy, como ocurre con las xA, podemos interpretarlos de mil y una maneras diferentes. Todo depende del enfoque de nuestro análisis.
Si bien las xA de Maher superan sobremanera sus asistencias reales, no hemos profundizado en su situación. ¿Cuántos pases tuvo que realizar el centrocampista estas últimas dos temporadas y media hasta acumularlas? ¿Desde dónde los dio? ¿Fueron, en su mayoría, pases realmente buenos o simplemente envió elevadas cantidades de balones a sus compañeros en situaciones poco ventajosas para ellos? ¿Desde dónde remataron mayormente los receptores de sus pases de gol?
Las mismas preguntas se podrían aplicar a Alfredo Morelos, pero a la inversa. ¿Cuántos pases de gol recibió? ¿Fueron en situación claramente ventajosa o, por ejemplo, rodeado de rivales que le dificultaron el remate? ¿Cuántos aprovechó realmente? ¿Fueron pases de calidad -con un elevado índice de xA- o, por el contrario, requerían de una gran habilidad para ser convertidos en gol? ¿Desde dónde remató la mayoría de las veces que recibió un pase de gol?
La posibilidad de dar respuesta a estas preguntas usando la enorme variedad de métricas de los que disponemos hoy en día permitirá a los analistas de datos y/o rendimiento de clubes de todo el mundo determinar si, en realidad, la mucha o poca eficiencia de un futbolista a la hora de hacer goles o repartirlos tiene que ver con su calidad misma como jugador, con la de sus compañeros de equipo e, incluso, con el Modelo de Juego, ya sea propio o ajeno. Cuestión de buenas prácticas.
La única certeza al respecto, ya lo saben, es que el bueno es Thomas Müller.